21.6.11

UN DÍA COMO TODOS LOS DEMÁS

A la mañana temprano suena, en el estante junto a mi cama, la alarma de mi reloj. Me levanto, me cambió y voy al comedor a desayunar con mi familia, mientras está el televisor prendido con el noticiero. Mi papá, nos lleva a mi hermana y a mí al colegio y a la facultad respectivamente. En el camino, como todos los días,  en el auto se escucha la radio (Radio 10).

Luego de una jornada en la facultad, vuelvo a mi casa en micro: en el camino prendo el celular para ver si recibí un mensaje y aprovecho para mandarle un mensaje de texto a mi mamá o llamarla para avisarle que estoy yendo para mi casa. Cuando llego, hay dos opciones: ver la TV o prender la computadora para chequear mi correo, Facebook, cuenta de Twitter o alguna de las páginas web que me gustan, mientras desayuno y empiezo a hacer mi tarea.

Almuerzo con el televisor prendido. A lo largo de la tarde, mientras hago tarea o leo, como tengo la PC en mi pieza y está todo el día prendida, escuchó música mediante mi reproductor (Itunes); si no tengo alguna actividad extracurricular, como inglés o gimnasia, en mis ratos libres me acuesto en los sillones del living o en la pieza de mis papás a mirar televisión, navego en alguno de los sitios que me gustan o miro mis series preferidas  o películas en Internet. Casi nunca uso el teléfono de línea porque, generalmente, llamo a celulares tanto de mis amigas como de mis papás, o uso el MSN (Messenger) como medio de comunicación con ellos.

Ya de noche, ceno con mi familia en el comedor mientras vemos TV (“Los Únicos”, programa preferido de mi mamá y mi hermana). Si me queda tiempo, continúo viendo alguna que otra serie. Finalmente, cuando decido ir a dormir si ya no se necesita utilizar la computadora, la apago al igual que mi celular y me voy a la cama. (Si no tengo mucho sueño, aprovecho para escuchar música tranquila en mi Ipod).



 

No hay comentarios: