2.5.11

REALITY SHOWS, UNA LÓGICA DE CONSUMO MEDIÁTICO

Se llama PODER a la capacidad para actuar de acuerdo a los propósitos e intereses de cada uno e intervenir en el curso de los acontecimientos logrando afectar sus resultados. Al ejercer el poder, los individuos emplean los recursos que tiene a su disposición, es decir, los medios que permiten el alcance efectivo de sus objetivos e intereses. Por lo tanto, el grupo que tenga más recursos tendrá más poder de conseguir lo que se proponga (Thompson, 1998:29).

Esto ocurre con los medios de comunicación o también designados como el “cuarto poder” al encargarse la producción y difusión masiva de información: llevan a cabo una construcción de la realidad para transmitírsela a la sociedad y que esta logre entenderla y adaptarse a ella.  Tienen el poder del discurso, que les permite hablar y también transformar. En consecuencia los mass media tienen en sus manos el manejo de la información y aprovechan sus herramientas discursivas para manipular este recurso, según sus intereses y para su beneficio económico. En ese afán de lucrar no sólo manipulan a las audiencias tergiversando la realidad misma, sino también creando productos que sean consumibles por la sociedad y de cuya comercialización obtengan una ganancia favorable.
Un claro ejemplo de esto, son los programas de entretenimiento televisados semanalmente. En el caso más especifico de nuestro país, el boom de los “reality shows”, es decir, programas de realidad, logró atraer la atención de millones de televidentes y se ha convertido en un fenómeno televisivo de alcance masivo. Gente común que convive encerrada, aislada y expuesta es el esquema que rige y a pesar de que cada uno sigue una temática particular (el baile, el canto o simplemente la supervivencia) todos los participantes compiten con un único objetivo: el premio.
Por un lado, dichos productos mediáticos cumplen la función de escape de la cotidianeidad y el tedio de todos los días creando un espacio de ocio y entretenimiento: “la búsqueda de lo divertido inclina, sin que se necesario quererlo explícitamente, a desviar la atención hacia un espectáculo” (Bordieau, 2003:102) porque vivimos en una sociedad en la que todo se convierte en un producto espectacularizado para ser observado y comprado (Debord, 1967).

Jorge Rial, conductor de las galas de nominación y expulsión de Gran Hermano 2011.

Pero por otro, gracias a la participación activa de la gente, ocultan el verdadero propósito: la riqueza. En el caso de “Gran Hermano 2011”, por ejemplo, un grupo de personas de diferente edad, sexo y experiencia de vida, tratan de sobrevivir al aislamiento y el encierro con el fin de ser famosos, encontrar trabajo o simplemente ganar el gran caudal de dinero que es ofrecido como galardón. Para eso, los participantes deben atraer y entretener al público para conseguir su voto telefónico que les garantiza la estadía y continuación en el juego. 

Ahí es cuando actúa la capacidad de discursiva del programa televisivo para conseguir que el público que adquiera un papel activo en la participación y consumo del producto mediático, para así obtener una ganancia. Para analizar sus discursos se debe tener en cuenta la gramática del consumo: “los modos de ver como formas de lectura insertas en la textura misma del discurso” y por eso se los inserta en una doble articulación. Por un lado en su condición social de producción (su significado) y por otro, en su dimensión significante: es un acontecimiento y un paquete de materia significante.  No pueden ser condenados como mera transmisión de información porque hay muchas cuestiones que atraviesan en ellos y allí se cargan de sentido las palabras. “No son simplemente una herramienta que traduce las luchas, sino también por lo que y mediante lo cual se lucha” (Barbero, 1988:42)

Asimismo, Gran Hermano es considerado un fenómeno que atrapa audiencias, es decir, que tiene la facultad de provocar interés en la gente y captar su atención y a la vez, convencer de que todos pueden ser parte del programa, que cualquiera tiene la posibilidad de entrar en él: a través de los participantes del reality, nos muestran distintos perfiles de gente ordinaria, de personas como cualquiera de nosotros que llevaban una vida normal y pudieron ser parte de este programa de televisión y ser famosos, conocidos por todo el país. Así, utilizan elementos de nuestro imaginario colectivo para que nos podamos sentir una cercanía emotiva con el producto mediático: la historia de vida, carácter, personalidad y actitudes de cada uno de los participantes, hace que podamos identificarnos con ellos. “El imaginario colectivo, esa red de mitos de la que estamos hechos, es la materia prima con la cual trabajan los medios y construyen su discurso; nos moldea y nos oprime desde adentro” 

En esa vorágine del entretenimiento, el espectáculo, el show mediático, el cual las audiencias consumen, se oculta el verdadero objetivo de este que es lucrar. Barbero califica esto como uno de los mitos de la prensa ya que “la relación vendedor-comprador, es disfrazada por la de emisor-receptor y así se enmascaran las relaciones sociales de producción que marcan el discurso de la prensa”. (Barbero, 1988:51)

El éxito no lo consigue únicamente por lo atractivo y novedoso del programa o porque votando, la gente, compita por un premio al mismo tiempo. Los mismos medios de comunicación contribuyen en la instalación del fenómeno en la sociedad mediante: la publicidad; la instauración del tema en otros medios masivos como los diarios, las revistas, la radio, Internet y las redes sociales; los programas de archivo y los mismos debates de Gran Hermano, que a través de la persistencia en pantalla y representación de debates generan discusiones sobre los participantes beneficiando en algunos casos al que le conviene a la producción. Pero también periodistas de programas que se especializan en diversos temas, contribuyen con su forma de tratar el tema. Muchos de ellos critican el mecanismo de los realities, la sobreexposición que provocan y las actitudes de sus participantes, pero a la vez lo utilizan como material de su programa: algunos para informar y otros, para crear un producto con el cual poder entretener y divertir a sus audiencias.
En conclusión, Gran Hermano como los demás reality shows existentes, constituyen un formato novedoso que tiene gran impacto en los diferentes grupos sociales. A muchos es probable que no les guste o atraiga demasiado. A otros, por el contrario les sea entretenido y hasta interesante observar y analizar los comportamientos y reacciones que tienen los diferentes participantes, o se sientan identificados con más de uno. Pero es cierto y comúnmente ocurre, que hasta en contra de nuestra propia voluntad y deseo, el fenómeno se vaya interiorizando en nuestra vida y termine formando parte de ella, gracias al poder de los discursos mediáticos y la influencia que tienen en nosotros. 


Bibliografía:
  • BOURDIEU, Pierre. "Periodismo, televisión y política". Contrafuegos. Anagrama. Buenos Aires, 2003.
  • DEBORD, Guy. "La mercancía como espectáculo". La sociedad del espectáculo (1967). Trad. revisada por Maldeojo para el Archivo Situacionista (1998).
  • MARTÍN BARBERO, Jesús. "Procesos de comunicación y matrices de cultura. Itinerario para salir de la razón dualista". FELAFACS. Barcelona, 1988.
  • THOMPSON, John B. "Los media y la modernidad: una teoría de los medios de comunicación. Paidós, Barcelona, 1998.

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