16.5.11

CRACKBERRY, UNA ADICCIÓN TECNOLÓGICA

Hace unos días fui a cenar con una amiga que, cansada de que yo mirara cada dos segundos la pantalla de mi celular en busca de alguna nueva notificación, se mostró molesta porque sentía que no le estaba prestando atención a lo que me contaba.

En ese momento me di cuenta de que, si bien es algo que muchos tenemos incorporado y nos parece inocuo, los smartphones –o teléfonos inteligentes- generan en el usuario tal dependencia que, cuando debemos prestarle atención a una cuestión que implique mantenernos alejados del móvil, nos invade un síndrome de abstinencia. De esta manera, surge el juego de palabras “Crackberry”, que compara la obsesión por estar las veinticuatro horas online con la adicción al derivado de la cocaína.

Si bien antes eran unos pocos quienes tenían acceso a esta tecnología, principalmente empresarios o personas que los utilizaban por asuntos laborales, en los últimos tiempos su consumo se ha generalizado. 

Un Blackberry tiene infinidad de funciones y, gracias a su conectividad a Internet, permite al usuario estar conectado constantemente. Esta tecnología móvil ha transformado nuestras costumbres, la forma en que nos comunicamos y en que nos relacionamos con la información. Ahora no sólo es posible comunicarse con otra persona mediante una llamada o un mensaje de texto, sino que hay muchas otras alternativas, tales como el Blackberry Messenger, exclusivo para los usuarios de Blackberry, MSN Messenger o las redes sociales Facebook y Twitter. De esta manera, según María Cristina Mata (1999: 85), se produce “un nuevo modo en el diseño de las interacciones, una nueva forma de estructuración de las formas sociales”; es decir, “el proceso colectivo de producción de significados… se ha rediseñado a partir de la existencia de las tecnologías”

Además, como sostiene la autora, mediante estas nuevas tecnologías se transforman las nociones de tiempo y espacio y se produce la separación entre ambos, “condición para la articulación de las relaciones sociales no mediadas por los lugares” (Mata, 1999: 85). En este caso, gracias a los teléfonos inteligentes es posible estar en dos lugares al mismo tiempo y participar de distintas realidades, construyendo un nuevo régimen espacio-temporal: el de la “coexistencia” o “cohabitación” (Mata, 1999: 86)

Es así que estos aparatos móviles constituyen un soporte para el proceso de mediatización, entendido por Roger Silverstone (2001: 32) como “el movimiento del significado de un texto a otro, de un discurso a otro, de un acontecimiento a otro” y que implica la transformación constante de los significados.


En el siguiente video, realizado por una estudiante de publicidad, se observa la incidencia del Blackberry en los jóvenes y cómo este ha modificado su forma de comunicarse:



Bibliografía:
  • MATA, María Cristina"De la cultura masiva a la cultura mediática". En Revista Diálogos de la comunicación, N°56, FELAFACS. Lima, Perú, 2009.
  • SILVERSTONE, Roger. "¿Por qué estudiar los medios?" Amorrortu. Buenos Aires, 2001. 

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