27.6.11

CONCLUSIÓN

La comunicación es un tipo diferenciado de actividad social que implica la producción, transmisión, recepción y almacenamiento de contenido simbólico, es decir, material significativo para los individuos. Constituye un proceso dinámico de producción de sentido, donde intervienen diferentes actores sociales históricamente situados, cuyo bagaje cultural determina su interpretación del mensaje. De esta manera, el proceso comunicacional es un fenómeno social contextualizado.
En toda acción comunicacional participan individuos que interactúan y establecen relaciones sociales en las cuales hay tensión por conseguir el poder. Esta “capacidad para actuar de acuerdo a los propios intereses y objetivos, intervenir en el curso de los acontecimientos y afectar sus resultados” se busca mediante el discurso, que no es la mera transmisión de información, porque hay muchas cuestiones que lo atraviesan aunque no se digan de manera explícita: “el lenguaje no dice lo que dice y el decir no se limita al habla”. Es así que se censuran los gritos que provienen del silencio del oprimido, sumiso a quienes tienen el monopolio de la palabra, es decir, a los medios de comunicación. Estos tienen el poder de orientar los actos y los pensamientos de la sociedad, convirtiendo su discurso en algo legítimo. Son máquinas narrativas que configuran un relato y construyen una mirada hegemónica a partir de las cuales se elaboran las visiones y sentidos sociales. Instalan significantes en el imaginario colectivo y hacen aceptable la historia que relatan.
No obstante, dentro de una misma sociedad conviven diferentes posturas frente al poder que ejercen los media. Algunos eligen despertar y reaccionar, tratando de desenmascarar los fines ocultos; mientras que otros permanecen anestesiados, cómodos y les parece natural aceptar el discurso tal como viene, actitud que beneficia a los intereses de las grandes empresas o a los políticos. Reggae y realities, dos manifestaciones culturales sin ningún punto en común. Una, con sus letras alimenta las resistencia para alcanzar la libertad; la otra es un formato televisivo que ofrece al público un espectáculo, que entretiene pero a la vez disfraza la relación vendedor-consumidor, es decir, su afán mercantil.
Para desarrollar los productos mediáticos y transmitirlos a las audiencias, las industrias mediáticas utilizan las tecnologías de la información y la comunicación (TICS), que comprenden el marco de conocimientos de los que provienen las habilidades y los inventos técnicos y el de conocimientos y condiciones a partir del cual se desarrollan, preparan y combinan para su uso. A través de ellas se producen y comienzan a circular formas simbólicas, dando lugar al proceso de mediatización de la cultura, que produce una alteración de las prácticas sociales y de las nociones de espacio y tiempo. A través de las TICS se teje una red que acerca, supera las barreras espaciales y temporales y genera la condición para la articulación de las relaciones sociales no mediadas por los lugares.
El uso de las redes sociales permite la mediatización de la experiencia, “superar las barreras que los alejan entre sí… lograr cada vez más capacidades de saber y obrar en un único universo interconectado” (Mata, 1999: 87). De esta manera, es posible experimentar simultáneamente diferentes vivencias y situaciones sin estar presentes físicamente.
En ese contexto, la utilización de los teléfonos móviles con acceso a Internet permitió a los egipcios que protestaban en las plazas contra el régimen de Hosni Mubarak difundir material para que quienes no estaban allí pudiesen acompañarlos en la manifestación. Sin embargo, no es lo mismo experimentar los hechos de manera virtual que el sentimiento de atestiguarlos con la presencia física. Esto mismo ocurre con los libros digitales, que aunque nos ofrecen una experiencia cercana a la lectura de los libros de papel, no logran equiparar la sensación de pasar las hojas y sentir su textura. Cabe destacar que estas oportunidades no se presentan a todos por igual, debido a la brecha social que separa a quienes tienen el acceso a los recursos y las habilidades y  conocimientos necesarios para su uso, y quienes no.
Asimismo, las tecnologías junto al modelo capitalista impulsaron el conjunto de procesos de globalización que permitieron el crecimiento de la interconectividad a escala planetaria y transformaron los modos de interactuar y habitar el mundo, de producción económica y simbólica y de percibir el espacio y el tiempo.
La muerte de Osama Bin Laden se dio a conocer en un primer momento mediante la publicación en Twitter de un informático pakistaní, cercano al lugar del hecho. A pesar de que se transformó en un tópico global, tanto por su magnitud como por su difusión, la noticia no causó una respuesta uniforme alrededor del mundo. Los significados viajaron y se fragmentaron al descender en las culturas locales, que trabajaron y contribuyeron con ellos. 
El usuario de Twitter que impulsó esta noticia se convirtió en productor de información. Esta es una característica propia de la Web 2.0, que confía en los usuarios como co-desarrolladores, los considera no sólo como consumidores, sino también como protagonistas y productores de contenido. De igual manera, las fashion bloggers se han bautizado como web-actores, cuya creatividad es capturada por las grandes empresas, que ven en ellas una estrategia de marketing eficaz para conseguir sus fines comerciales. Estas jóvenes, “actores sociales posicionados socio-culturalmente”, se convirtieron en celebridades debido a las oportunidades que la industria les presentó gracias a sus blogs, que afectaron “los procesos mediante los cuales se llega a ser lo que se es“.

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